Home

A veces tengo pesadillas en las que asesino a mi padre. Sé todo lo que hay que saber sobre Edipo y eso, pero no ayuda en lo más mínimo. Cada tantas noches llega la imagen: mi padre frente a mí, degollado, y un cuchillo ensangrentado entre mis manos. O su cuello apretado por mis dedos. O su expresión de sorpresa cuando, sin advertírselo y por la espalda, lo empujo desde un balcón muy alto y lo veo caer, caer, hasta que no es más que un punto inmóvil sobre el pavimento lejano. Alcanzo a sentir un placer sádico antes de despertarme, algunas veces, cuando me incorporo en la cama muerto del miedo, compruebo con asco que sonrío.

Es un buen tipo mi padre. No ha hecho el mal a consciencia, ni se ha excedido en pecados imperdonables. No tengo motivos de peso para odiarle y no lo odio, en realidad. Tampoco es que sea perfecto, así que puedo desechar cualquier rabia oculta por tener que haber crecido a la sombra de un hombre sin tacha. Es un buen tipo, y basta. Tenemos una buena relación. Desde la muerte de mamá comemos juntos tres días a la semana, y lo llamo regularmente para ver cómo le está yendo. No tenemos intereses en común, pero siempre podemos hablar de lo que pasa en el país, o de los videos de YouTube a los que con el tiempo se ha vuelto tan aficionado. Le digo que lo quiero cada vez que vamos a colgar. Te quiero, viejo, hasta mañana. Y así hasta el otro día. A veces he pensado en confesarle que sueño con matarlo. No tendría sentido hacerlo. Sería una confesión infructuosa.

No sé si las pesadillas se detengan cuando mi padre muera. Supongo que continuarán, intactas, dueñas de un terror renovado.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s