No tengo clara la onomatopeya para representar un coliseo donde se está entrenando boxeo. Podría ser algo como “tiqui tiqui tiqui”, donde la vocal cerrada y la contundencia de las consonantes permite ver la velocidad, y los puntos de las ies dan cuenta del uno dos relampagueante. Pero también funcionaría “jah jajah jah”, y ahí las aes se llenan de potencia, y el sordo de la hache consigue absorber la fuerza del cruzado gancho gancho cruzado que empieza en la izquierda para terminar en la derecha. En ocasiones podría escribirse “tiqui tiqui jah”, o “jah tiqui jah”, y ahí se van perfilando los músculos, sintiéndose el movimiento de las cadenas que sostienen los sacos, dibujándose las sombras proyectadas por las lámparas sobre el concreto.
Ahora, si bastaran mis intentos onomatopéyicos no habría hecho trampa describiendo. Pero no son suficientes. Un “pio pio pio” es elocuente. Un “splash” es elocuente. Un “chan chan chan” es elocuente. Pero para describir el boxeo no hay elocuencia posible en gestos de sonido, porque pese a los gritos de la fanaticada en los combates profesionales, pese al resoplar de los pulmones inflamados de quienes combaten, pese a la caja de resonancia que es un rostro o un pecho o un abdomen contra el guante, el boxeo es en esencia un deporte de silencio. Más parecido al tenis que al fútbol, y muchísimo más entretenido que ambos.
Creo que el intento de buscarle onomatopeya tendría que pasar por algo así: “hhh hhhhhh hhh”, y eso es alguien golpeando tres veces un saco, o frente a otra persona que ataca su guardia, o en instante previo a decidir si es mejor hacer una finta baja para luego rematar arriba o irse directo y con contundencia a desvanecer el cuerpo. Silencio, como el que dicen guardan quienes aman.